Nuestra base teórica parte de la ecología de los sistemas humanos. Nos explicamos: el ser humano, desde que nace (incluso antes) tiene capacidades innatas para buscar la satisfacción de sus necesidades y desarrollarse plenamente. El adulto, dentro de los diferentes sistemas (familiar, educativo, social), poco a poco con sus frustraciones, miedos, negaciones, aleja al niño de esa capacidad y por tanto de su yo. En donyets "acompañamos" el proceso natural de los niños, favoreciéndolo. Sin anticiparse, sin intervenir, sin presionar, sin prisa...
Por eso hablamos de educación en sentido amplio: desde que el niño o niña está en fase embrionaria o fetal. Todo lo que pasa en su entorno antes de nacer, el nacimiento y la lactancia determinan patrones de conducta y de relación con el medio, su adaptabilidad , su flexibilidad o rigidez…
Hay gente que piensa que el niño no no siente, que los sucesos no le afectan en el futuro, no le dejan huella, porque no tiene memoria intelectual, ni razonamiento. Hoy sabemos que las huellas tempranas tienen repercusiones para toda la vida. Las primeras relaciones del bebé, su vinculación afectiva y emocional con la madre y el padre son tendencias básicas que trasladará a sus relaciones futuras (con amigos, pareja, compañeros…).
Esas emociones primitivas, claro, no se dan a nivel intelectual. Empiezan con el contacto boca-pezón, con la sensación de seguridad o inseguridad que vive (se transmite eléctricamente por la piel). Todo el cuerpo se estructura a partir de ahí: sus emociones, sus afectos, la comprensión del mundo.
Esas primeras emociones son la matriz de todos los patrones de conducta que le guiarán en la vida, en su adaptación y sociabilidad futuras. Y precisamente por el hecho de no ser entendibles ni cuestionables, porque no hay intelecto, inciden con tanta fuerza en la raíz de nuestro cuerpo y son tan consistentes.
El desarrollo intelectual posterior se asienta sobre esa capacidad primitiva de sentir como mamíferos humanos. Nuestra adaptación al mundo intelectual, la sociabilidad, los valores, el espíritu crítico… dependerán de esos patrones primitivos. Y se desarrollan favorablemente cuando no ha habido impedimentos para experimentar y sentir nuestro cuerpo, en toda su dimensión de placer y complejidad creciente.